Dicen que hubo un momento en el mundo
en que esa fuerza atravesó tu camino. Dicen que tú y muchos como tu dejaron
escapar esa increíble fuerza. Dicen que vives engañado creyendo que esa fuerza no
es importante en tu vida. Dicen que aquellos que controlaron esa fuerza en su
vida hicieron historia. Dicen que tienes la semilla de esa fuerza, pero no la
dejas crecer. Dicen que a veces reniegas, sufres, andas por la vida sin saber
cual es el camino correcto que quieres seguir. Dicen que muchas veces te han
visto correr, te han visto llorar, te han visto gritar y beber para olvidar esos golpes
que la vida te da. Dicen que eso se debe a que dejaste escapar esa fuerza.
AHORA ME TOCA A MÍ:
Dicen que me han visto reír mientras
lloraba por dentro. Dicen que mi boca botaba maravillosas luces de agonía. Dicen
que muchos aceptaron mi sonrisa y me creyeron mis historias. Dicen, sin
embargo, que en el cielo el supremo pidió silencio y me señaló diciendo: “vean ese hombre. Un tiempo fue mi hijo y ahora no lo conozco.
Contemplen la transformación del hombre en león y luego, equivocadamente, del león en hombre.
Debió volverse finalmente un niño para completar su felicidad. Ahora es un ser
sin alma y no lo conozco”.
Dicen que me vieron caminar por la
orilla de la noche, agarrando las estrellas con mis manos. Dicen que de mis
ojos salían palomas negras gritando de dolor. Dicen que ya no soy humano. Dicen
que mis huesos y mi carne se ausentaron de mí ser. Dicen que en las tardes me
han visto nadar desnudo, temblando de frío en el río de la vida. Dicen que
abajo, desde las entrañas de la tierra, un animal danzaba feliz esperando mi
llegada. Dicen, sin embargo, quienes sean cruzado en mi camino, que no soy malo, que aun tengo sangre en mi
corazón y puedo sobrevivir.
Dicen que un niño tímido habita en
mis ojos. Dicen que mi boca es suave como el soplo del mar. Dicen que mis manos
son tibias y fuertes como el mejor de los amigos. Dicen que la fuerza un tiempo
habitó con grandeza en mí ser. Dicen que una voz glacial me reveló el nombre de
esa descomunal fuerza. Dicen que llorando grite: “¡de qué fuerza me hablas,
dímelo ya!”. Dicen que la voz sonaba como el viento y las olas y habló: “tú conoces muy bien esa fuerza. Piénsalo bien. ¿quieres saber que fuerza es esa? pues te diré: ES EL AMOR”
Dicen que vieron levantarme de la
cama corriendo como un loco desquiciado y contar este raro sueño a quienquiera que se cruzara en mi camino. Dicen que los ojos me brillaban y algo en mi
había cambiado. Dicen de mi, dicen de ti, dicen y siempre dirán.
UN SALUDO
JOTA GELDRES
UN SALUDO
JOTA GELDRES